El optimismo como un valor y una cura

El optimismo, al igual que la esperanza, es la doctrina y la disposición de espíritu que aguarda lo mejor y lo más positivo de todo en psicología, ética y filosofía. Los optimistas ven el lado positivo de las cosas. Creen que las cosas van a salir bien. Creen que tienen la capacidad y la habilidad de hacer que las cosas vayan bien.

Según Leibniz el optimismo es el valor que nos ayuda a enfrentar las dificultades con buen ánimo y perseverancia , descubriendo lo positivo que tienen las personas y las circunstancias, confiando en nuestras capacidades y posibilidades junto con la ayuda que podemos recibir. Como doctrina filosófica, el optimismo se opone al pesimismo (del latín pessimum, que se traduce como “lo peor”), una postura centrada en la idea de que estamos en el peor de los universos posibles. El optimismo es entonces la concepción de que estamos en lo mejor de los universos y al concebirlo de esa manera como una percepción es traída a una realidad extendida en la cuál las cosas se pueden ver de una mejor forma permitiendo esto un sentimiento de estabilidad y bienestar.

El optimismo inteligente se basa en encontrar y utilizar aquellos rangos objetivos que nos permiten ver la vida con un enfoque positivo y actuar en consecuencia. El optimismo se convierte en una manera de ser y en toda una filosofía para enfrentarse. Al ser inteligente se puede construir y lo que se construye lleva un proceso con el que tenemos que apoyarnos de herramientas, estas herramientas son el conocimiento propio y del entorno, al mismo tiempo la proyección que inevitablemente emana.

Cómo ser optimista

1. Meditar:

Puede que nuestros cuerpos estén inmóviles, pero en la meditación suceden muchas cosas a nivel cerebral. Tanto así que neurobiólogos detectaron en monjes que pasan años meditando un crecimiento del córtex prefrontal, la parte del cerebro mayormente responsable de la emoción que conocemos como felicidad. «Investigaciones muestran que la meditación regular puede recablear el cerebro para elevar los niveles de felicidad, disminuir el estrés e incluso fortalecer el sistema inmune» escribe Achor.

Antes de que vayas a comprar ropas de monje y un pasaje a la montaña más cercana, hay que decir que no es necesario llegar a tal punto. Un estudio de Harvard publicado en 2011, demostró que después de 8 semanas de meditaciones diarias de 27 minutos, ya era detectable un aumento en la densidad de la materia gris del hipocampo de los participantes. Achor recomienda empezar con una meditación de 5 minutos.

2. Encuentra algo que esperar con anhelo:

«Frecuentemente, la parte que más disfrutamos de una actividad es la anticipación» escribe el académico, frase que inevitablemente nos transporta a alguna Noche Buena de nuestra niñez, cuando saltábamos alrededor del árbol tratando de adivinar lo que ocultaban esos envoltorios con renos y bastones de dulce (gracias por los calcetines, abuelita).

Estudios han demostrado que anticipar mentalmente una actividad agradable incrementa automáticamente nuestros niveles de endorfinas (un 27% en el caso de una película). Si no hay nada cercano sobre lo que emocionarse, Achor recomienda fijar algo, aunque sea lejano, en un calendario. Así lo tendremos a nuestra disposición cada vez que queramos ese «subidón».

3. Actos conscientes de bondad:

Un estudio que involucró a más de 2.000 personas demostró que los actos altruistas afectan positivamente nuestra salud, además de reducir estrés. Sostener la puerta, ayudar a cruzar la calle o pagar el pasaje de alguien, son actos cuyos efectos pueden durar días.

Achor cita las investigaciones de Sonja Lyubomirsky, quien descubrió que los efectos son más potentes cuando se concentran en una día de la semana. El académico recomienda escoger un día particular y esforzarse en hacer 5 de estos actos.

4. Inyecta ese optimismo a tu entorno:

Según Achor, el ambiente físico que nos rodea tiene un gran impacto en nuestra mentalidad y sensación de bienestar. Decorar tu oficina con cosas que te levanten el ánimo, caminar todos los días por un bonito sector y leer El Definido (je, je), son pequeñas acciones que se suman y afectan positivamente tu día a día.

Igual de importante es evitar influencias negativas. Estudios han demostrado que mientras menos televisión negativa vemos, especialmente cosas violentas, más felices nos sentimos. Si las noticias te deprimen, apágala la tele.

5. Haz ejercicio:

Si nunca falta en cualquier lista sobre bienestar, es por algo. Reducir el estrés, disminuir los síntomas de depresión y ansiedad, mejorar el auto-estima y dormir mejor, son algunos de los beneficios de ejercitarse diariamente.

Ya sea caminando, en bici o saltando la cuerda, piensa en cómo incorporar a tu rutina algún ejercicio ¿Quizá no es tan necesario usar el ascensor en las mañanas?

6. Gasta (pero no en cosas):

«Contrario al dicho popular, el dinero puede comprar la felicidad, pero solo si se usa para hacer cosas, en lugar de simplemente tener cosas» comenta Achor, quien cita el trabajo del economista Robert Frank publicado en su libro Luxury Fever. En este libro, Frank expone que gastar dinero en experiencias, sobre todo con otras personas, produce emociones positivas más potentes y duraderas que la compra de objetos materiales, y así lo han verificado diversos estudios.

En uno de estos estudios se entrevistó a más de 150 personas sobre sus últimos gastos, y se concluyó que las personas que gastaban en actividades, como salir a comer o ir a un concierto, obtenían mayor placer que aquellos que se compraban zapatos, un reloj o un televisor.

El académico recomienda crear una lista de los gastos y dividirla en dos columnas (cosas versus experiencias). A final de mes obtendrás una buena imagen de lo que estás haciendo actualmente, lo que te servirá como base para efectuar un cambio, si así lo deseas.

7. Ejercita una fortaleza:

Todos somos buenos en algo. Si necesitas un «subidón», Achor recomienda recurrir a estos talentos que nos hacen sentir bien.

En el libro sugiere una encuesta de «fortalezas de carácter» que se hace gratuitamente en Via Character. Un estudio que pidió a 577 personas ejercitar una de sus fortalezas todos los días durante una semana, concluyó que este grupo reportó mayor felicidad y menos depresión que otros grupos controlados. Y no solo eso: estos beneficios se mantuvieron incluso 6 meses después de finalizado el experimento.

En el caso de Achor, se trata del «amor por aprender», algo que incorpora durante los 300 días que viaja al año al buscar un dato histórico de cada ciudad que visita.

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